10 de octubre de 2012

Las tres dinámicas del matrimonio feliz...



Hemos hablado de los elementos necesario para mantener un matrimonio feliz, la autonomía, que es el enriquecimiento personal para donarlo al otro, y la máxima expresión de la capacidad de amar; la empatía, que es el ponerse en el lugar del otro, nos permite conocer a la pareja, y es sinónimo de amor incondicional; finalmente está la “reciprocidad”, que es la relación que nace de la síntesis creativa de la autonomía y la empatía y donde el amor maduro alcanza su perfección. Denota intercambio, entrega, donación, pero al mismo tiempo apertura para recibir e incondicionalidad; su objetivo es afianzar el vínculo de amor y fortalecer el “nosotros”. Este concepto es dinámico, pues implica la vida misma, que se adapta a los cambios naturales de la vida, se rige fundamentalmente por el amor, la voluntad e inteligencia.
La reciprocidad tiene tres elementos a fortalecer que son: la comunicación; la solución de conflictos; el perdón y reconciliación.

La comunicación es vital, y debemos considerar que somos como pareja diferentes, el mundo masculino y femenino se complementa en todos los aspectos, físicos, mentales, emocionales e incluso en la forma de la espiritualidad y religiosidad, partiendo de esta realidad, debemos respetar estas diferencias y no suponer que el otro adivine nuestro interior, es mejor hablar clara y llanamente de lo que queremos, sentimos, pensamos, sin agresión o escudo protector.

La solución de conflictos es un apartado largo, pues implica muchos aspectos de la pareja, la familia, el crecer de los hijos, prioridades de la familia, gastos, etc. Pero siempre es importante rescatar en la relación, “el nosotros” que se enriquece día con día, y para ello es crecer en paciencia, respeto, justicia, pero sobre todo debe prevalecer el amor, que aunque parezca frase trillada, lo perdona todo, lo tolera todo, espera sin límites, no se engríe…el amor no pasa nunca. 

Este perdón,  es el último elemento, y al otorgarlo se da la lección más importante en la vida de pareja y el legado más preciado para los hijos, pues fomenta la confianza, la humildad, aumenta el vínculo  de amor personal y familiar, que cuando trasciende la familia, fortalece a la misma sociedad, además de que el perdón genera paz. Por último este perdón debe acompañarse de la reconciliación, que es la respuesta sanadora a la ofensa recibida, es el olvidar la ofensa, evita el resentimiento y sobre todo la venganza, es crecer ante el dolor y adversidad, por lo tanto es sinónimo de maduración del amor.

Espero que esta reflexión sea de su utilidad, espero sus comentarios y sugerencias en: rebeconde4@yahoo.com.mx

Por: Rebeca Conde de Salgado

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