Hola! Espero que estén bien, ya se sienten
los fríos otoñales, y el ambiente se prepara para las próximas fiestas
navideñas.
La reflexión de hoy será en
torno a las necesidades básicas del hombre y enfocada en cómo repercute su ausencia en nuestros hijos. Las necesidades básicas son: la confianza
básica, se refiere al ser recibido, atendido y esperado; el afecto, referente
al amor que recibimos, es la manera que aprendemos a amar, es la parte del
corazón humano, con sus afectos y emociones. La tercera es la pertenencia, que
nos brinda seguridad. Cuando estas tres necesidades están cubiertas, se puede
decir que se tiene una buena autoestima, base la de maduración de la persona.
Estas necesidades son
cubiertas principalmente por lo padres, pues es en el seno familiar donde se
vive la espera del hijo, llena de ilusión, amor, y se da la pertenencia de
forma natural, de ahí la importancia que la pareja este en un continuo
crecimiento de su amor y comunicación,
para que entre ellos se colmen esas necesidades que heredarán a sus hijos. Vivir
en la pareja la aceptación incondicional, que no requiere hacer nada extraordinario
para ser aceptado y reconocido. Se acepten con sus debilidades y fortalezas,
eso es parte del amor incondicional, que solo en la familia se vive en
plenitud, y son los padres quienes deben vivir aquello que quieren heredar a
los hijos.
Cuando esto no se da, y
sobre todo llegada la adolescencia, los hijos buscarán satisfacer esas
necesidades, incluso fuera de casa, con sus amigos y compañeros de clase,
buscarán llenar los espacios vacíos en su vida. La adolescencia es importante,
pues es el despertar físico hormonal, y psíquico que definirá los rasgos de su
personalidad, e iniciará sus propias decisiones. Es aquí donde el joven hará uso de la
educación recibida en casa, y no tanto de
las palabras, sino del ejemplo vivo de sus padres. Una educación que haya marcado límites,
esfuerzos, consecuencias,
responsabilidades, e incluso sacrificios para el logro de sus metas, será de
gran utilidad en esta etapa, de lo contrario le será más difícil al joven
enfrentarse a las diferentes situaciones que se les presentan en la actualidad.
Hay una queja generalizada
de los padres por el comportamiento de los jóvenes, ya sea en el abuso del
alcohol y drogas y la iniciación temprana en la sexualidad, y creo que una
causa es la no satisfacción en casa de las necesidades básicas, aunque también
la realidad que vivimos hoy en la sociedad, que no reconoce límites ni
responsabilidades, donde todo es placer, aquí y ahora, y en pro del disfrute de
la vida, llegan incluso a perderla. Vale
la pena fortalecer nuestra familia, mostrarles el amor que les tenemos, y no
con cosas materiales, sino con nuestro cambio de actitud, de servicio, de amor
e incluso de perdón y aceptación. Un cambio personal, y crecer en pareja, logrará
el cambio en los hijos. Fortalecer a la familia es la mejor contribución para
los hijos y la sociedad.
Por: Rebeca Conde de Salgado
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rebe.conde@hotmail.com